Uno de los sectores a los que dirijo mi actividad profesional es el agroalimentario. Se trata de una industria sujeta a altos estándares de calidad, seguridad e higiene. Sus procesos de producción requieren un cuidadoso control para garantizar que los alimentos lleguen en perfectas condiciones a nuestra mesa.
Este sector se rige por estrictas normas que se actualizan periódicamente para proteger la salud del consumidor. El cumplimiento de estas regulaciones es esencial para garantizar la seguridad alimentaria.
En los últimos años, ha cobrado relevancia la figura del responsable de Seguridad Alimentaria y Calidad, especialmente en las pequeñas y medianas empresas (PYMES). Su labor es indispensable para asegurar que los productos se ajustan a los estándares de calidad y, por tanto, son seguros.
Este profesional no solo se encarga de marcar las pautas para que la empresa cumpla con las normativas vigentes, sino que también trabaja en la prevención de riesgos, promueve la mejora continua y asegura la confianza del consumidor en los productos de la empresa. Su labor es transversal y requiere una estrecha colaboración con todas las áreas de la organización para garantizar que los procesos son seguros y eficaces.
La nueva ISO 20122:2024
La nueva ISO 20122:2024 es un ejemplo de la importancia de este rol. Aprobada en abril de 2024, establece un método específico para la determinación de hidrocarburos saturados de aceites minerales (MOSH) e hidrocarburos aromáticos de aceites minerales (MOAH) en aceites vegetales. Esta norma es esencial para sectores como el oleícola, obligados a garantizar la calidad y seguridad de los aceites vegetales, particularmente en la detección de contaminantes de hidrocarburos.
Implementar y cumplir con esta normativa es un reto significativo para las empresas del sector. La responsabilidad de estudiar y preparar a la empresa para que cumpla con estas nuevas exigencias no debe recaer en el área de mantenimiento, producción o gerencia, sino que debe ser liderada por el responsable de Calidad y Seguridad Alimentaria en colaboración con el resto de los departamentos. Este enfoque asegura que se tengan en cuenta todos los aspectos técnicos y normativos necesarios para garantizar la seguridad del producto final.
La importancia de tomar medidas adecuadas para garantizar la seguridad alimentaria
Un aspecto crucial en la producción agroalimentaria es el uso de lubricantes atóxicos. Estos productos son esenciales para evitar la contaminación de los alimentos durante los procesos de producción. Los lubricantes convencionales pueden contener sustancias tóxicas que, si entran en contacto con los alimentos, representan un riesgo significativo para la salud del consumidor.
Por lo tanto, conocer los beneficios del uso de lubricantes atóxicos y apostar por ellos para la lubricación de los puntos críticos, es una medida preventiva clave que el responsable de Calidad y Seguridad Alimentaria debe supervisar y garantizar.
Un reto para las pymes
Es preocupante observar que, en muchas pymes, este puesto a menudo está ocupado por personas que tienen también otras responsabilidades o no cuentan con la capacitación suficiente para desarrollar las tareas que exige este perfil. Tomar decisiones inoportunas y asignar las responsabilidades inadecuadas en esta materia puede, por ejemplo, poner en riesgo la producción por problemas de contaminación con el consecuente impacto económico que tiene esto para una empresa.
El prestigio de una marca y los años de duro trabajo pueden verse seriamente afectados por un mal desempeño en la gestión de la calidad y seguridad alimentaria. Es importante que las pymes reconozcan y valoren la importancia de esta figura, dotándola de los recursos y el apoyo necesarios para desempeñar su labor de manera efectiva.
Lejos de ser un obstáculo, el responsable de Seguridad Alimentaria y Calidad es un aliado indispensable en la búsqueda de la excelencia y la competitividad en el mercado. Apostar por la capacitación y el empoderamiento de esta figura es una decisión estratégica que aportará beneficios significativos en términos de cumplimiento normativo, eficiencia operativa y confianza del consumidor.
Garantizar la seguridad alimentaria no solo protege a los consumidores, sino que también fortalece la reputación y la viabilidad del sector agroalimentario.
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